EL
MUNDO
18 noviembre
2022
Es
necesario un abordaje interdisciplinar para tratar al paciente obeso
Las consecuencias de la obesidad no
solo son físicas sino también psicosociales. La ansiedad y la depresión son
emociones que suelen estar presentes en las personas que conviven con esta
patología. También pueden sufrir discriminación, exclusión y rechazo por parte
de la sociedad. Esto suele ser debido a que se les atribuye responsabilidad
personal y no se tienen en cuenta los múltiples factores que ocasionan esta
patología.
Helena García, doctora en Psicología Clínica y de la Salud,
e investigadora en el Hospital Universitario La Paz-IdiPAZ
de Madrid, subraya la estrecha relación que existe entre la obesidad y los
efectos psicológicos, principalmente con síntomas ansioso-depresivos. "Una
de las emociones que más nos encontramos, relacionadas con la sobreingesta, es la ansiedad. Esta emoción se activa ante
situaciones desafiantes, y la conducta de ingesta puede convertirse en un
ansiolítico para la persona, lo que conlleva a un aumento de peso. Esto puede
generar un círculo vicioso, donde ese aumento de peso provoca a su vez
ansiedad. Otra de las comorbilidades psicológicas de la obesidad es la
sintomatología depresiva. Son personas que ven el mundo de una manera negativa,
con perspectivas de futuro sombrías. Esta situación, a menudo, está relacionada
con una insatisfacción en la imagen corporal y aislamiento social. En estos
casos, la comida actúa como un reforzador intrínseco potente, ya que calma
estas experiencias difíciles de enfrentar y de soledad o tristeza".
Helena García, que también es profesora en el Centro
Superior de Estudios Cardenal Cisneros, UNIR, y en la Universidad Pontificia de
Comillas, anima a trabajar estos sentimientos negativos con la práctica de
ejercicio -entre otras muchas estrategias-, ya que el deporte libera oxitocina
y serotonina, que son hormonas vinculadas a la felicidad. Este hábito ayudará a
mejorar la calidad de vida de estas personas.
MANEJAR LA INGESTA EMOCIONAL
Para abordar los sentimientos de sufrimiento, ansiedad, baja
autoestima y aislamiento de la persona con obesidad, el profesional de la
psicología dispone de técnicas y herramientas que han demostrado ser eficaces.
El psicólogo debe ayudar a manejar la ingesta emocional y facilitar a que estas
personas puedan demorar la recompensa, que se puedan relacionar con la
frustración, con estilos de vida modernos que son muy demandantes y que generan
presión al menor coste emocional posible. También hay que trabajar la planificación
diaria de la alimentación: no improvisar. Helena García considera importante
que estos tratamientos se realicen a través de un equipo interdisciplinar, en
el que el psicólogo esté integrado en un equipo. "Las herramientas
psicológicas son complementarias a las herramientas médicas (por ejemplo: la
farmacología)", así como a las de otros profesionales que forman estos
equipos", asegura.
Un aspecto importante que el psicólogo debe de trabajar con
el paciente es el eje de la motivación. "Bajar de peso no es fácil, es muy
complejo, y va más allá de la responsabilidad individual. Estas personas no
presentan obesidad porque sean vagas y les falte voluntad, sino que hay una
cuestión fisiológica en esta patología Además, hay que trabajar los contextos y
la regulación emocional. Esto ayuda a que las personas puedan atenderse y
entenderse", afirma.
La especialista refiere que hay estudios que describen que
las personas con obesidad tienen más problemas para mantener el trabajo, a
veces por las bajas derivadas de su enfermedad. Otras veces, cuando estas
personas buscan empleo, su imagen les perjudica. Un obeso en determinados
contextos sufre la respuesta del estigma por parte de la sociedad, al igual que
les sucede a las personas con un problema mental. Existe una desvalorización de
una determinada estética que puede interferir en la adhesión a los
tratamientos.
EDUCAR A LA SOCIEDAD EN LO DIVERSO
Es urgente evitar la estigmatización de estas personas, ya
que se identifica al obeso como una persona con poca voluntad, que no se cuida
y en muchos casos hay una carga genética que hay que atender. "Es
importante formar a los ciudadanos y a los equipos de salud y educar en lo
diverso", subraya Helena García.
Esta percepción de la persona con obesidad por parte de la
sociedad puede ayudar a que el paciente tire la toalla debido a los
sentimientos de indefensión y autoeficacia percibida que generan. Necesitamos
trabajar para evitar esta situación y es importante hacerlo desde la relación
clínica con el paciente. La persona con obesidad tiene derecho a un tratamiento
integral con equipos de salud, endocrinos, médicos de atención primaria,
psicólogos, enfermeras e incluso entrenadores físicos. "Tenemos que
relacionarnos con estas personas desde la simetría moral, sin juicio de valor
ni castigo. La relación debe ser deliberativa. Los profesionales sanitarios
sabemos de fármacos, de nutrición pero el paciente conoce su vida, sus valores,
deseos y miedos. El estigma hay que reducirlo desde una relación éticamente
cercana, firme y sólida, sin juicios y despertando la motivación. Debe de ser
una comunicación clara, directa y honesta. Por otra parte, en este vínculo, el
paciente tiene que asumir responsabilidad sobre su propio proceso de salud. Es
un trabajo en equipo", asegura la psicóloga.
Para conseguir el abordaje de estos pacientes es importante
destinar recursos para su manejo. No hay que olvidar que es un tema de salud
pública. Hay que hacer campañas de prevención y promoción de salud y para eso
hace falta destinar presupuesto. También hay que continuar incorporando
psicólogos en las unidades de obesidad de los hospitales.
"La persona con obesidad tiene que elegir cuidarse, y
para ello necesita contar con un equipo del que se fíe, que le acompañe y en el
que exista una comunicación que sea empática y que tenga información ajustada a
sus necesidades. El paciente obeso también debe de conocer las consecuencias de
no cuidarse para poder tomar decisiones autónomas. Los profesionales tenemos
que trabajar desde el marco de las decisiones compartidas", concluye
Helena García.